HABLEMOS DEL AMOR

      

     Con el pasar de los años se me viene aquel trayecto de Cojute a San Salvador, caía la lluvia en gotas gruesas y cálidas, desde la ventana del bus visualizaba el arco iris, maizales, cañaverales y a lo lejos el lago plateado de Ilopango, tenía unos diecinueve años, colmada de juventud, entusiasmo, con temores propios de esa edad, era prudente, chapada a la antigua, una soñadora que siempre sonreía; eran los primeros ciclos de la universidad y pasaba los fines de semana en Cojute.

El compañero de asiento de aquel domingo, viajaba desde el oriente del país para el aeropuerto de Comalapa, almorzó en el punto y luego tomó la ciento trece en la que me conducía, era trigueño, ojos verdes, estatura media, guapo, atractivo, unos veintidós años,  gustaba de las playas y del movimiento cadencioso de la mujer cuando baila zamba, estudiaba ingeniería, estaba becado en Brasil, allá donde el sol es esplendoroso hasta en altas horas de la noche...

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